POR OSCAR GOMEZ.
Líbreme Dios de pretender con este escrito echarme flores o colgarme galones que, a ciencia cierta, no he de merecer. Si lo hago es porque la situación interna del sindicato así lo requiere, y porque quienes lo controlan me han dado motivos más que suficientes para hacerlo.
Desde principios de octubre del presente año se ha desatado una campaña de acoso y derribo contra mi persona por el simple hecho de solidarizarme con un compañero (que se llama Carlos, pero que se podría llamar XXX o Perico de los Palotes – donde pone XXX puede el lector ubicar su nombre) al que a mi entender se le ha despedido fruto de una caza de brujas. A pesar de mi juventud no me he caído de un almanaque anteayer, y el arriba firmante es plenamente consciente que en esta vida nada es fruto de la casualidad, o casi nada. Y CCOO no habría de ser una excepción, ya que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se ha intentado aprovechar la situación creada en FECOMA para darme matarile y a otra cosa mariposa. Como no se ha conseguido en los plazos y en las formas que se pretendía (haz lo que yo quiero o si no vete) es entonces cuando se desata la campaña de acoso y derribo contra el que suscribe, cuyo último episodio es un burofax recibido en mi domicilio el sábado día 1 de diciembre donde se me comunica que desde el día 4 del susodicho se me retira el cargo sindical (a estas alturas de la “peli” me entero que tenía cargo) y se procede a darme de baja en la Seguridad Social. Lo del cargo no es más que una burda manipulación para equiparar mi despido con el de Carlos, el cual si tenía cargo. Que a nadie le sorprenda si el día de mañana le cuelgan galones para justificar su despido.
Todo ello precedido de amenazas de despido y toda una retahíla de improperios, descalificaciones, insultos y vilipendios contra mi persona, más propia de una pelea de barrio marginal que de gente que se precie de militar en un sindicato democrático, plural, de izquierdas, asambleario y socio-político. Se ha llegado a acusarme de boicotear el proceso electoral en mi empresa, todo ello porque no he sido candidato ya que, mis compañeros y compañeras han valorado que era mejor que cualquier candidato a delegado de personal fuese alguien que estuviese en la empresa, cuestión con la que soy coincidente. Toda esta mierda (alguna de ella lanzada por un “compañero” mío de federación que se precia de llamarse sindicalista) y mucha más es el argumento de la ejecutiva para despedirme, y no para tomar medidas como hizo a posteriori. Además de todo ello, se me han retirado las llaves de los locales de Eibar y Elgoibar, que eran los que yo atendía, con unas formas autoritarias y prepontentes, como si yo fuera un delincuente. ¿Qué me iba a llevar? ¿El tomo de la legislación social básica, que además lleva desde el año 2001 sin actualizarse?
Ante tanta tropelía y tanta prepotencia, y con el proceso electoral de CCOO a la vuelta de la esquina, es cuando decido formalizar mi candidatura. Porque, compañeros y compañeras hoy soy yo, pero no me cabe la menor duda que mañana habréis ser alguno de vosotros. Porque seamos serios, después de que un número importante de compañeros en Gipuzkoa hayan abandonado el sindicato en el último año y pico; después del despido injustificado de Carlos y la salida de Jorge; después de que se diga que no es el momento apropiado para despedir a nadie (en alusión al despido de Carlos) en pleno proceso electoral. Después de todo esto, ¿a qué viene este ataque injustificado contra el arriba firmante?
Lo que tengo bien claro es que, acabe como acabe esto, puedo caminar con la cabeza bien alta y puedo mirarme a los ojos cada mañana en el espejo. He hecho mi trabajo lo mejor que he sabido, ya que mi trabajo consiste en defender a los trabajadores y trabajadoras y no en ser servil y lacayuno con nadie en aras de mantener el puesto de trabajo. Y como yo no soy nada más, pero nada menos, que un asalariado más, que no le queda a nadie la menor duda que he hacerme valer en la defensa de mis derechos.
Para ello he de utilizar todas las formas legales a mi alcance, y si es necesario otras formas al margen de lo interno del sindicato. Porque, ¿qué diría la opinión pública si se entera que CCOO ha despedido a un trabajador de su plantilla, siendo este candidato a un proceso electoral y estando en situación de baja laboral? Todo ello cuando a finales del pasado mes el propio sindicato en Gipuzkoa convocó un acto para defender a un compañero candidato en una empresa que le había despedido con tal motivo. ¿Acaso tengo yo menos derechos que el resto de los trabajadores? ¿Qué dirá un juez cuando tenga que tomar medidas sobre el asunto?
Quien quiera ver que la formalización de mi candidatura es un intento in extremis de salvar el culo (como ya está haciendo algún “sindicalista”), es porque no quiere ver más allá del proceso electoral. Quien esté viendo lo que está ocurriendo en CCOO en Gipuzkoa (y lo que desgraciadamente preveo ha de ocurrir si no le ponemos remedio, porque ya se oye ruido de sables para marzo) sabrá a quien ha de votar. Es un buen momento, más si cabe teniendo en cuenta que el voto es secreto) para ver cuanto hay de acierto en las actuaciones de ciertos dirigentes del sindicato. Hay candidatos oficiales y candidatos discrepantes, alternativos, diferentes, como debe ser en un sindicato democrático y plural.
El sindicato defiende a los trabajadores pero, ¿quién nos defiende de los abusos de poder que se dan en el sindicato?
Porque le pese a quien le pese soy candidato y me avalan laudos y sentencias que me permiten presentarme al proceso electoral. ¿Por qué hay tanto miedo y recelo a que me presente? ¿Acaso teme alguien que pueda obtener respaldo suficiente? Si lo obtengo, independientemente de que salga elegido, eso dejará entrever que no se está de acuerdo con el despido y la metodología del mismo. Si no lo obtengo que luego cada palo aguante su vela y que nadie me acuse de traidor porque he avisado.
Muchas gracias. Salud y un abrazo.